viernes, 20 de mayo de 2011

Robado de otro lado.



“El hueso mala onda garpa”: es así, ambos comprobamos que tener un hueso que es un poco parco, un poco reacio a esa simpatía natural que suponemos surge de un huesaje nos compra. Él lo comprobó, yo lo comprobé y sé de un par más que también piensan de esta forma. No es que sea mala onda 100% del tiempo, no me refiero a eso. Sino a los que la mayoría del tiempo están serios, no ríen mucho (lo que nos hace caer en la tentación de hacerlos reir… ERROR garrafal!!), si vos estás entusiasmada por algo, seguro que no va felicitarte con una sonrisa y un abrazo, sino solo decirte el poco demostrativo: “qué bien…” (sin signo de exclamación… sin nada).
Evidentemente es menos positivo frente a la vida que nosotros, seguramente tenga un trabajo más horroroso, o que odie más que vos, lo más probable es que viva aun con su padre, madre, o tutor, o que el vecino sea criador de dogos argentinos y su casa huela todo el día a eses o que su estudio consuma su vida.
Todas estas razones son posibles y valederas. Por eso cuando nos cruzamos con este hueso mala onda nos quedamos cerca como para probarnos algo. ¿Es que esconde algún misterio sobre la vida que aun no resolvimos? ¿Es simple y mala onda? ¿Le gusto? ¿Piensa de mi lo mismo que piensa del resto o soy algo “distinto”?


Nos atrevimos a esbozar algunas razones por las que en vez de decirle: “daaaaale, loco! Activá!”, cada vez que lo vemos nos adaptamos a su forma de ser. Hay una verdad, antes de seguir avanzando en el post, que me parece necesario aclarar: el hueso mala onda tiene toda la onda. No hay nada mejor que alguien que tiene la dosis justa de mala onda y ortivez. No sé por qué, pero me hace reir. Y a la gente mala onda le gusta que otra persona manifieste placer por su forma de ser.


El hueso mala onda no es muy comunicativo, por lo que siempre tarda más de lo que quisiéramos en mandar un mensajito para vernos, y por supuesto los mensajes que manden no van a pasar nunca los 30 caracteres: “hola, cómo estás?”, “bien, nos vemos?”, “ok.”. Es así, siempre logran que seamos los otros (no-mala onda) los que estemos al pie del cañón, o casi. Los que dependamos de sus horarios, ganas, derechos y obligaciones. Pero lo “bueno” es que siempre terminan apareciendo.


La hora de levantarse (si ya han llegado al punto de dormir juntos, si aun están a tiempo, vean de evitarlo) es la peor: “un día más en esta vida de mierda que me obliga a ir a un laburo que odio” (otra que Violencia Rivas). Si no putean en voz alta, pensate afortunado/a… pero lo que vas a tener que bancar es esa cara de orto descomunal que no vas a poder remediar con nada, al menos que… no sé… te vistas de hada madrina y le cantes el tema de la Cenicienta en medio de la Gaona. Ahí se va a reir… claramente DE vos, no con vos. Lo siento, así despertamos su maldad.


Tratar de hacerlo reir o mencionarle algo que nos está haciendo reir en ese instante no es una de las mejores ideas que se nos puede pasar por la cabeza porque no van a hacer el esfuerzo ni siquiera de esbozar una sonrisa. Solo te miran fijo, y después siguen en lo suyo. Pero lo compensa, te cuenta situaciones de su vida con condimentos maravillosos: sarcasmo, parquedad, ironía y maldad. Es simplemente genial. Lo mismo que desesperante.




Tiene como 2 años este post de manualdelbuenhueso.com.ar.

Como el Derecho Penal, que se habla del "tipo penal". Bueno, yo entro en el tipo. Aunque pensadolo bien, y en vista del analisis de situaciones recientes...


lástima que no actualizan ese blog, está buenisimo, muy didáctico.

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